He pogut trobar un interessant i colpidor manifest sobre l'accés del professorat a les universitats espanyoles. Tots els que hem patit les injustícies vinculades a n'els fets que es denuncien al manifest ens sentim plenament idenfiticats amb la lletra i l'esperit d'aquest text:
"UNO DE LOS NUESTROS"… EL AMIGUISMO EN LA SELECCIÓN DEL PROFESORADO UNIVERSITARIO *
Madrid, 26/07/06.-
Aunque apenas despierta interés en la sociedad, pocas cosas tienen tanta trascendencia para nuestras expectativas de vida como la selección del profesorado universitario. Elegir mal nos hace perder el tren del desarrollo y la innovación, disminuye las oportunidades de nuestros hijos en una sociedad tecnificada y compleja y dilapida de forma absurda nuestro dinero: un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno y, no lo olvidemos, ellos formarán a los futuros médicos, jueces, arquitectos, etc. Para que la Universidad cumpla con su papel como motor del desarrollo, debe seleccionar a los mejores profesores en base a criterios de excelencia docente e investigadora. Por desgracia, en nuestro país los profesores universitarios se seleccionan con demasiada frecuencia por procedimientos poco transparentes, donde "amiguismo" y "enchufe" pesan sustancialmente más que la investigación y la docencia.
En la Universidad los catedráticos deberían ser los máximos referentes en cuanto a excelencia. Por ello conviene seleccionarlos con sumo cuidado. Sin embargo, desde hace décadas la selección de catedráticos se ve, no pocas veces, alterada por un sistema de "padrinazgo", amparado en una estructura de áreas de conocimiento que establece una red de intercambio de favores entre catedráticos ("yo voto a tu candidato para que luego tu votes al mío"). Como resultado, a los aspirantes les sale más a cuenta "buscarse un padrino" que buscar la excelencia docente e investigadora. En un tímido intento, la LOU (2002) promovió el Examen Nacional de Habilitación para enmendar esta situación. Siete miembros, elegidos por sorteo, deciden qué candidatos pueden llegar a ser catedráticos. El funcionamiento del sistema está defraudando buena parte de las expectativas que algunos pusieron en él.
Si pretendemos, de una vez por todas, que la selección del profesorado de universidad se realice en función de los criterios de excelencia que caracterizan a una Universidad moderna, tenemos que asegurar, por un lado, que los tribunales de selección estén compuestos por los profesores más idóneos y, por otro, que sus decisiones sean totalmente transparentes.
En el proceso de selección de profesores en cuanto a su capacidad científica, existe un sistema aceptado internacionalmente que permite valorar la calidad de su trabajo. Los científicos tratan de publicar sus investigaciones en las mejores revistas internacionales de su especialidad. La calidad de una revista científica se mide por un número llamado "índice de impacto". Los editores sólo publican los mejores manuscritos que reciben, rechazando los demás tras un complicado proceso de evaluación en que el anonimato garantiza el juego limpio. Cuanto mayor impacto tiene una revista, mas difícil es publicar en ella. Los buenos científicos, capaces de publicar en las mejores revistas, tienen más "índice de impacto" –obtenido como la suma del impacto de todas sus publicaciones- que los malos. Dos agencias internacionales –Institute for Scientific Information (ISI) y SCOPUS- permiten hacer estas evaluaciones. Cualquier persona puede entrar en sus páginas web y averiguar la calidad de un científico. En consecuencia, hoy en día, no existe justificación alguna para que una comisión de selección no elija correctamente.
Sin embargo varias comisiones siguen saltándose "a la torera" todas las indicaciones objetivas de calidad. Sirva de ejemplo una reciente habilitación de catedrático de universidad (la nº 1/700/0904) celebrada en la Facultad de Veterinaria de la UCM. La plaza en cuestión era para un área de conocimiento muy delicada -la Producción Animal-, donde una mala selección puede tener graves consecuencias sobre la salud pública (recordemos las “vacas locas”, dióxinas, acumulación de pesticidas, metales pesados y otras conocidas intoxicaciones alimentarias, resultado de una mezcla de baja cualificación y mala praxis en la producción animal). La persona con mayor índice de impacto (119) fue la menos votada de los que pasaron el primer ejercicio (curriculum vitae). Sorprendentemente, el candidato mas votado sólo tiene un índice de impacto de 26 (casi 5 veces menor). El caso viene explicado en detalle en la revista Apuntes de Ciencia y Tecnología nº 19, paginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).
Como por desgracia estas situaciones son mucho más comunes de lo deseable en la selección del profesorado universitario, la pregunta clave es: ¿por qué muchos tribunales de habilitación seleccionan tan mal, máxime cuando un catedrático bueno cobra igual que uno malo y en las universidades españolas y OPIs hay excelentes científicos para seleccionar al profesorado? Existen 3 causas evidentes:
1ª) Falta de rigor en la selección de los miembros de las Comisiones Nacionales. Sigamos con el anterior ejemplo: el presidente de dicha Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la UCM), sólo tiene un impacto sumado de 4.4. Sin embargo, no tiene problema en juzgar (y rechazar) a candidatos con un currículo cuyo impacto objetivo es 29 veces mejor que el suyo. Desgraciadamente esta situación está más extendida de lo razonable: el currículo del presidente de la anterior Comisión Nacional de Habilitación de Producción Animal no es mejor que el del actual. Pero como a todo hay quien gane, la guinda la pone el que va a ser presidente de la próxima Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid). Gana por goleada: 0 artículos, 0 de impacto sumado. Que alguien pueda llegar a catedrático sin haber publicado ni un solo artículo en una revista internacional de impacto, ya es mas que sorprendente, pero que, además, vaya a presidir la siguiente comisión nacional de habilitación indica que algo muy grave está pasando en la Universidad española. Ver más detalles en Apuntes de Ciencia y Tecnología nº 19, paginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).
2ª) Total impunidad. Como un tribunal no tiene que dar cuentas ni explicaciones a ninguna instancia superior (en la práctica, sólo se les exige respeto a las formas del proceso, ya que son soberanos respecto al fondo de su decisión), puede elegir sin que la más descarada de las arbitrariedades tenga consecuencias. Como resultado los contribuyentes terminamos pagando de por vida el sueldo a quienes son hábiles para conseguir el favor del tribunal y no a los buenos investigadores y docentes. Asimismo, pagamos a un tribunal (dietas, hoteles, etc.) que representa al Estado -y, por tanto, a nosotros- para que al final haga lo que quiera y no lo que deba.
3ª) Amiguismo sistemático. En la Universidad española han accedido a catedráticos excelentes científicos. Sin embargo, en demasiados casos la adjudicación de plazas se rige por una ética perversa. El incompetente defiende su puesto manteniendo alejados a los profesionales de excelencia. Para ello mantiene un sistema de "padrinazgo" ("mi candidato es fulanito", "le debo un favor a menganito" …), aderezado por una retórica imposible de entender fuera de la universidad ("no da el perfil", "no es lo normal en el área"…). Fomenta siempre al protegido cuya virtud principal suele ser la servidumbre. Y sobre todo pretende convencer de que la selección del personal docente e investigador en la Universidad es una cosa tan compleja que la sociedad civil no está capacitada para opinar. La realidad es que cualquier jefe de recursos humanos de empresas competitivas seleccionaría mejor.
Lo queramos o no vivimos en una sociedad de ciencia, tecnología e innovación. Si seguimos "separando el grano de la paja para quedarnos con la paja" nuestro país perderá el tren del futuro. Hay que hacer que la sociedad exija una Universidad que se corresponda con nuestro nivel socioeconómico, en la que los criterios de excelencia científica y docente destierren a los sistemas de "padrinazgo-servidumbre". Recordemos que durante la transición española se demostró que buena parte del sector industrial estaba obsoleto y era inviable. Con gran sacrificio, la sociedad afrontó una reconversión industrial dolorosa, que afectó a miles de personas. Pese a sus grandes costes no perdimos el tren del progreso y la competitividad industrial. Quizás ahora ha llegado el momento de hacer una profunda reconversión en la Universidad, sin duda, difícil, pero necesaria y positiva para todos.
* Los abajo firmantes:
Miguel Delibes de Castro. Profesor de Investigación. CSIC. Premio Nacional de Investigación “Alejandro Malaspina” en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales..
Fernando Hiraldo. Profesor de Investigación. CSIC. Director de la Estación Biológica de Doñana. Premio BBVA de Investigación en Biología de la Conservación.
Joaquín Tintoré Subirana Profesor de Investigación. CSIC. Director de IMEDEA. Premio Nacional de Investigación “Alejandro Malaspina” en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales.
Manuel Toharia. Presidente de la Asociación Española para la Comunicación Científica.
José Antonio Donazar. Profesor de Investigación. CSIC.
Xim Cerdá. Vice-director de Investigación. EBD. CSIC.
Javier Juste. Ex Vice-director de Investigación. EBD. CSIC.
Antonio Delgado. Estación Experimental del Zaidín. CSIC.
Luis Rull. Catedrático. Universidad de Sevilla.
Juan Martinez Hernández. Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Carlos III. Madrid.
José Luis Blanco. Profesor Titular. Universidad Complutense de Madrid
Antonio Rodríguez Artalejo. Catedrático. Universidad Complutense de Madrid
Eduardo Costas. Catedrático. Universidad Complutense de Madrid.
Madrid, 26/07/06.-
Aunque apenas despierta interés en la sociedad, pocas cosas tienen tanta trascendencia para nuestras expectativas de vida como la selección del profesorado universitario. Elegir mal nos hace perder el tren del desarrollo y la innovación, disminuye las oportunidades de nuestros hijos en una sociedad tecnificada y compleja y dilapida de forma absurda nuestro dinero: un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno y, no lo olvidemos, ellos formarán a los futuros médicos, jueces, arquitectos, etc. Para que la Universidad cumpla con su papel como motor del desarrollo, debe seleccionar a los mejores profesores en base a criterios de excelencia docente e investigadora. Por desgracia, en nuestro país los profesores universitarios se seleccionan con demasiada frecuencia por procedimientos poco transparentes, donde "amiguismo" y "enchufe" pesan sustancialmente más que la investigación y la docencia.
En la Universidad los catedráticos deberían ser los máximos referentes en cuanto a excelencia. Por ello conviene seleccionarlos con sumo cuidado. Sin embargo, desde hace décadas la selección de catedráticos se ve, no pocas veces, alterada por un sistema de "padrinazgo", amparado en una estructura de áreas de conocimiento que establece una red de intercambio de favores entre catedráticos ("yo voto a tu candidato para que luego tu votes al mío"). Como resultado, a los aspirantes les sale más a cuenta "buscarse un padrino" que buscar la excelencia docente e investigadora. En un tímido intento, la LOU (2002) promovió el Examen Nacional de Habilitación para enmendar esta situación. Siete miembros, elegidos por sorteo, deciden qué candidatos pueden llegar a ser catedráticos. El funcionamiento del sistema está defraudando buena parte de las expectativas que algunos pusieron en él.
Si pretendemos, de una vez por todas, que la selección del profesorado de universidad se realice en función de los criterios de excelencia que caracterizan a una Universidad moderna, tenemos que asegurar, por un lado, que los tribunales de selección estén compuestos por los profesores más idóneos y, por otro, que sus decisiones sean totalmente transparentes.
En el proceso de selección de profesores en cuanto a su capacidad científica, existe un sistema aceptado internacionalmente que permite valorar la calidad de su trabajo. Los científicos tratan de publicar sus investigaciones en las mejores revistas internacionales de su especialidad. La calidad de una revista científica se mide por un número llamado "índice de impacto". Los editores sólo publican los mejores manuscritos que reciben, rechazando los demás tras un complicado proceso de evaluación en que el anonimato garantiza el juego limpio. Cuanto mayor impacto tiene una revista, mas difícil es publicar en ella. Los buenos científicos, capaces de publicar en las mejores revistas, tienen más "índice de impacto" –obtenido como la suma del impacto de todas sus publicaciones- que los malos. Dos agencias internacionales –Institute for Scientific Information (ISI) y SCOPUS- permiten hacer estas evaluaciones. Cualquier persona puede entrar en sus páginas web y averiguar la calidad de un científico. En consecuencia, hoy en día, no existe justificación alguna para que una comisión de selección no elija correctamente.
Sin embargo varias comisiones siguen saltándose "a la torera" todas las indicaciones objetivas de calidad. Sirva de ejemplo una reciente habilitación de catedrático de universidad (la nº 1/700/0904) celebrada en la Facultad de Veterinaria de la UCM. La plaza en cuestión era para un área de conocimiento muy delicada -la Producción Animal-, donde una mala selección puede tener graves consecuencias sobre la salud pública (recordemos las “vacas locas”, dióxinas, acumulación de pesticidas, metales pesados y otras conocidas intoxicaciones alimentarias, resultado de una mezcla de baja cualificación y mala praxis en la producción animal). La persona con mayor índice de impacto (119) fue la menos votada de los que pasaron el primer ejercicio (curriculum vitae). Sorprendentemente, el candidato mas votado sólo tiene un índice de impacto de 26 (casi 5 veces menor). El caso viene explicado en detalle en la revista Apuntes de Ciencia y Tecnología nº 19, paginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).
Como por desgracia estas situaciones son mucho más comunes de lo deseable en la selección del profesorado universitario, la pregunta clave es: ¿por qué muchos tribunales de habilitación seleccionan tan mal, máxime cuando un catedrático bueno cobra igual que uno malo y en las universidades españolas y OPIs hay excelentes científicos para seleccionar al profesorado? Existen 3 causas evidentes:
1ª) Falta de rigor en la selección de los miembros de las Comisiones Nacionales. Sigamos con el anterior ejemplo: el presidente de dicha Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la UCM), sólo tiene un impacto sumado de 4.4. Sin embargo, no tiene problema en juzgar (y rechazar) a candidatos con un currículo cuyo impacto objetivo es 29 veces mejor que el suyo. Desgraciadamente esta situación está más extendida de lo razonable: el currículo del presidente de la anterior Comisión Nacional de Habilitación de Producción Animal no es mejor que el del actual. Pero como a todo hay quien gane, la guinda la pone el que va a ser presidente de la próxima Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid). Gana por goleada: 0 artículos, 0 de impacto sumado. Que alguien pueda llegar a catedrático sin haber publicado ni un solo artículo en una revista internacional de impacto, ya es mas que sorprendente, pero que, además, vaya a presidir la siguiente comisión nacional de habilitación indica que algo muy grave está pasando en la Universidad española. Ver más detalles en Apuntes de Ciencia y Tecnología nº 19, paginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).
2ª) Total impunidad. Como un tribunal no tiene que dar cuentas ni explicaciones a ninguna instancia superior (en la práctica, sólo se les exige respeto a las formas del proceso, ya que son soberanos respecto al fondo de su decisión), puede elegir sin que la más descarada de las arbitrariedades tenga consecuencias. Como resultado los contribuyentes terminamos pagando de por vida el sueldo a quienes son hábiles para conseguir el favor del tribunal y no a los buenos investigadores y docentes. Asimismo, pagamos a un tribunal (dietas, hoteles, etc.) que representa al Estado -y, por tanto, a nosotros- para que al final haga lo que quiera y no lo que deba.
3ª) Amiguismo sistemático. En la Universidad española han accedido a catedráticos excelentes científicos. Sin embargo, en demasiados casos la adjudicación de plazas se rige por una ética perversa. El incompetente defiende su puesto manteniendo alejados a los profesionales de excelencia. Para ello mantiene un sistema de "padrinazgo" ("mi candidato es fulanito", "le debo un favor a menganito" …), aderezado por una retórica imposible de entender fuera de la universidad ("no da el perfil", "no es lo normal en el área"…). Fomenta siempre al protegido cuya virtud principal suele ser la servidumbre. Y sobre todo pretende convencer de que la selección del personal docente e investigador en la Universidad es una cosa tan compleja que la sociedad civil no está capacitada para opinar. La realidad es que cualquier jefe de recursos humanos de empresas competitivas seleccionaría mejor.
Lo queramos o no vivimos en una sociedad de ciencia, tecnología e innovación. Si seguimos "separando el grano de la paja para quedarnos con la paja" nuestro país perderá el tren del futuro. Hay que hacer que la sociedad exija una Universidad que se corresponda con nuestro nivel socioeconómico, en la que los criterios de excelencia científica y docente destierren a los sistemas de "padrinazgo-servidumbre". Recordemos que durante la transición española se demostró que buena parte del sector industrial estaba obsoleto y era inviable. Con gran sacrificio, la sociedad afrontó una reconversión industrial dolorosa, que afectó a miles de personas. Pese a sus grandes costes no perdimos el tren del progreso y la competitividad industrial. Quizás ahora ha llegado el momento de hacer una profunda reconversión en la Universidad, sin duda, difícil, pero necesaria y positiva para todos.
* Los abajo firmantes:
Miguel Delibes de Castro. Profesor de Investigación. CSIC. Premio Nacional de Investigación “Alejandro Malaspina” en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales..
Fernando Hiraldo. Profesor de Investigación. CSIC. Director de la Estación Biológica de Doñana. Premio BBVA de Investigación en Biología de la Conservación.
Joaquín Tintoré Subirana Profesor de Investigación. CSIC. Director de IMEDEA. Premio Nacional de Investigación “Alejandro Malaspina” en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales.
Manuel Toharia. Presidente de la Asociación Española para la Comunicación Científica.
José Antonio Donazar. Profesor de Investigación. CSIC.
Xim Cerdá. Vice-director de Investigación. EBD. CSIC.
Javier Juste. Ex Vice-director de Investigación. EBD. CSIC.
Antonio Delgado. Estación Experimental del Zaidín. CSIC.
Luis Rull. Catedrático. Universidad de Sevilla.
Juan Martinez Hernández. Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Carlos III. Madrid.
José Luis Blanco. Profesor Titular. Universidad Complutense de Madrid
Antonio Rodríguez Artalejo. Catedrático. Universidad Complutense de Madrid
Eduardo Costas. Catedrático. Universidad Complutense de Madrid.
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