03 de maig 2010

Esperpent lingüístic

"A fin de cuentas, ¿por qué nos vamos a conformar en el Senado con entendernos gratis y con naturalidad en una sola lengua común, si podemos hacerlo, pagando intérpretes, en otras cuatro que no todos tenemos la suerte de dominar? Nosotros, los senadores del Partido Popular que nos hemos opuesto a este descabellado proyecto, creíamos -y seguimos creyendo- que los parlamentos sirven precisamente para «parlamentar», para discutir y resolver los asuntos públicos mediante el uso de la palabra. Pensábamos -y seguimos pensando- que en la actividad parlamentaria lo primero es entenderse y que, para ello, no hay nada mejor que disponer de una lengua vernácula común y utilizarla con la misma naturalidad con la que todos los españoles la utilizan cotidianamente. Ilusos de nosotros, creíamos también que los restantes senadores -o, por lo menos, los socialistas- pensaban del mismo modo. Pues, por lo visto, no"

Pío García-Escudero, portaveu del PP al Senat,dixit.

En un article que surt avui publicat al diari El Mundo el portaveu del PP al Senat ataca amb duresa la proposta de què es permeti parlar en català, gallec i basc al Senat espanyol. L'article es titula "Esperpento en lugar de esperanto" i s'ha de llegir complet per veure la visió que es té des de el segon partit de l'Estat de les llengües "regionals". El castellà es vist com a la "lengua común" (mateixa visió que té l'actual ministra de cultura, per cert, que va signar el famós "manifiesto"), comparable amb l'esperant, i tot el demés són una espècie de patois d'anar per casa que són vist com un estorbra l'hora de fer coses sèries. A més, s'aprofita l'ocasió per atacar el canvi de postura del PSOE i la seva intenció de permetre que s'emprin les llengües "regionals" al Senat. Afortunadament, no tothom pensa com el senyor García-Escudero i el seu Partit, però veure com es fa bandera de la intolerància lingüística per fer política a un Estat plurinacional com és el nostre esdevé en trist i perillós. La seva postura es resumeix en una idea: des de la posició de superioritat que els comporta tenir una llengua que ens obliguen constitucionalment a aprendre, ens volen prohibir fer servir la nostra materna als espais públics de representació política. Veuríem com es sentirien ells, que són tan "esperantistes", si se'ls prohibís parlar en castellà al parlament europeu i haguessin de fer servir, vulguin o no, l'"universal" anglès, el llatí del segle XXI. Recoman que es llegeixi complet d'un article que acaba dient, referint-se al castellà, el següent: "Lo sensato, entonces, es que todos la utilicemos y así nos entendamos".

Esperpento antes que esperanto en el Senado

Se han cumplido 150 años del nacimiento de Lázaro Zamenhof, el creador e impulsor del esperanto, un loable proyecto cuyo objeto, según la propia declaración programática del esperantismo, es «difundir por todo el mundo el uso de una lengua humana neutral que, sin interferir en la vida interna de los pueblos y sin tener como objetivo acabar con las lenguas nacionales existentes, le dé a las personas de distintas naciones la posibilidad de comprenderse entre sí, y que pueda servir de lengua pacificadora de las instituciones públicas de aquellos países en los que diversas nacionalidades se enfrentan entre sí a causa del idioma».
Curiosamente, a comienzos del pasado siglo, el esperanto fue bien recibido entre muchos socialistas que pensaron que su uso podría contribuir a la unidad de acción entre el proletariado de los diferentes países. Eran los tiempos en que el socialismo aún era internacionalista, algo, desde luego, muy lejano del nacionalismo de fortuna que actualmente profesan, con tanto fervor, socialistas tan insignes como Rodríguez Zapatero o José Montilla.
Probablemente, ha debido de ser ese subidón entusiasta, muy propio de todo converso, el que ha animado al Grupo Socialista del Senado a sumar sus fuerzas con los grupos nacionalistas más tradicionales para sacar adelante una iniciativa que supone una radical contra-conmemoración del aniversario del doctor Zamenhof, puesto que, en vez de avanzar por la senda del esperanto, lo hacen por la del esperpento; en vez de allanar obstáculos para la comunicación, alzan otros nuevos; en vez de utilizar la lengua como instrumento «pacificador de las instituciones públicas» (al decir de los esperantistas), se sirven de ella como arma de crispación política.
Y todo ello, por supuesto, sin reparar en gastos para la fiesta. Porque, en medio de las enormes dificultades económicas que hoy atraviesan tantas familias españolas, parece que lo de menos es tirar un millón de euros cada año. A fin de cuentas, ¿por qué nos vamos a conformar en el Senado con entendernos gratis y con naturalidad en una sola lengua común, si podemos hacerlo, pagando intérpretes, en otras cuatro que no todos tenemos la suerte de dominar? Nosotros, los senadores del Partido Popular que nos hemos opuesto a este descabellado proyecto, creíamos -y seguimos creyendo- que los parlamentos sirven precisamente para «parlamentar», para discutir y resolver los asuntos públicos mediante el uso de la palabra. Pensábamos -y seguimos pensando- que en la actividad parlamentaria lo primero es entenderse y que, para ello, no hay nada mejor que disponer de una lengua vernácula común y utilizarla con la misma naturalidad con la que todos los españoles la utilizan cotidianamente. Ilusos de nosotros, creíamos también que los restantes senadores -o, por lo menos, los socialistas- pensaban del mismo modo. Pues, por lo visto, no.
¿Alguien podría imaginar un disparate de tal calibre en países como Reino Unido, Francia o Italia? Ellos también cuentan con comunidades lingüísticas diferenciadas, pero en ninguna de sus cámaras parlamentarias sería concebible algo como lo que aquí pretenden endosarnos como normal. Por lo visto, desde ahora nuestras referencias deben ser Suiza, Bélgica o Canadá, es decir, estados en los que coexisten distintas comunidades lingüísticas, pero sin una lengua común.
Por lo visto, ahora carece de importancia que España atesore el doble privilegio de contar con una lengua común que hoy hablan más de cuatrocientos millones de personas en todo el mundo, al mismo tiempo que dentro de nuestra nación coexisten comunidades con otra lengua propia, merced a lo cual sus habitantes gozan de la ventaja cultural de un bilingüismo prácticamente perfecto.
Imaginemos el impagable espectáculo al que podremos asistir si, finalmente, este disparatado proyecto de reforma del Reglamento del Senado llega a culminar. Veremos entonces cómo cinco senadores procedentes de sendas comunidades autónomas, pero que coinciden en su carácter de representantes de toda la nación en su conjunto y que hablan una misma lengua común, debatirán entre sí utilizando cinco lenguas diferentes en un hemiciclo dotado con cabinas para intérpretes y cascos auriculares en los escaños.
El otro día, en su intervención plurilingüe desde la tribuna, la senadora Pajín dió con la clave, aunque bien es cierto que sin pretenderlo: esos mismos senadores, sin embargo, cuando se encuentren por los pasillos o los ascensores del Senado, volverán a hablar entre sí con toda normalidad en la lengua que comparten, el castellano. ¿Por qué, entonces, lo que es natural en la calle o en los propios pasillos del Senado no puede serlo de puertas para dentro del Salón de Plenos?
Por más que los abonados al victimismo diferencial sigan aprovechando cualquier excusa para actuar como esos malos futbolistas que se dejan caer en el área al menor contacto, hay que decirles que esta iniciativa le hace un flaco favor, tanto a la causa de la diversidad lingüística como a la del parlamentarismo, porque desgraciadamente sólo sirve para arrojar una imagen de ridícula frivolidad.
El Senado no es ni un teatro, ni la Asamblea General de las Naciones Unidas, ni tampoco el Parlamento Europeo: somos una sede parlamentaria nacional, entre cuyas muchas funciones está también, por supuesto, la de asegurar y reforzar nuestra diversidad lingüística.
Para trabajar en ello, para defender el catalán, el gallego, el valenciano o el euskera, no hace falta que nos inventemos, como el doctor Zamenhof, ninguna «lengua pacificadora»: ya contamos con una, el castellano. Lo sensato, entonces, es que todos la utilicemos y así nos entendamos.

Pío García Escudero, portavoz del Partido Popular en el Senado

1 comentari:

Anònim ha dit...

El Esperanto debe ser enseñado en los centros docentes de todo tipo y nivel.Es recomendado por ONU y UNESCO. Incluso ha sido reconocido como mérito oficial su conocimiento por la legislación española. Encaja perfectamente en Educación para la Ciudadanía o en la Alianza de las Civilizaciones. Actualmente el esperanto se hace necesario. Baste consultar Google, Wikipedia y otros sitios en internet. Por ley es enseñado en muchos países,destacando entre ellos, China, Brasil y el movimiento americano ante Obama.